Es frecuente que los niños sean muy activos y distraídos. Pero, a veces, estas manifestaciones esconden algo más.

El déficit de atención e hiperactividad es un trastorno del neurodesarrollo que se presenta habitualmente en la infancia y puede continuar en la edad adulta. No tiene cura pero sí es tratable, de modo que el niño o niña con TDAH puede elaborar estrategias para transitar el trastorno.

El TDAH tiene diferentes manifestaciones, pero en muchos casos los indicios más claros son:

  • Dificultad en la atención: en niños pequeños la atención es más limitada que en personas más grandes. Sin embargo, para los niños o niñas con TDAH es mucho más fácil distraerse que para el resto.
  • Hiperactividad: los niños y niñas hiperactivos presentan dificultad para estar quietos o callados cuando es necesario. Suelen tener accidentes por descuido.
  • Impulsividad: los niños y niñas impulsivos tienen dificultad para esperar, suelen interrumpir y actuar sin pensar. Además, presentan reacciones emocionales que parecen desmedidas.

Es difícil establecer la causa del TDAH, pero las investigaciones actuales muestran que la genética cumple un papel importante. También, algunos factores ambientales, como la exposición a ciertas toxinas, la prematuridad, el consumo de drogas durante el embarazo o alguna lesión cerebral pueden ser el origen de este trastorno.

Aunque las causas no sean tan claras, lo importante es arribar a un diagnóstico oportuno para poder obtener al tratamiento necesario. Porque con el tratamiento adecuado, los niños y niñas con TDAH logran elaborar estrategias para alcanzar una buena calidad de vida.

Pero para que el tratamiento sea exitoso es importante que todo el entorno del niño con TDAH se involucre. Por todo esto, es fundamental que los padres se comprometan con las terapias y las tomas de los medicamentos en caso de haber indicación. Además, mantener una comunicación fluida y amorosa será vital para el buen desarrollo del niño.

También, es importante que la escuela se involucre en el tratamiento, realizando las adaptaciones necesarias en los contenidos y manteniendo un intercambio periódico con los padres y los terapeutas del niño o niña con TDAH.

Porque, en definitiva, para criar a un niño hace falta una aldea. Y cuando hablamos de un niño con TDAH, la aldea entera debe comprometerse con la tarea de cuidado.